¿Qué entendemos hoy en día bajo el término “meditación”? Generalmente
nos imaginamos a algún Yogui hindú o alguna estatua del Buda sentados
con las piernas cruzadas formando parte de un mundo mágico e
inalcanzable. Pero la meditación es algo muy real y realizable por
cualquiera.
La raíz de la meditación proviene del subcontinente hindú basándose
en religiones que mantienen una historia milenaria. Fuera del hinduismo,
existen otras religiones como el jainismo que invitan hacia la práctica
meditativa. Comenzando ahí, el pensamiento sobre el bien del
significado de sentarse y descubrir el mundo interior a través de la
mente se expande por toda Asia.
Pero también en otros lados esa forma especial de unir el trabajo de
mantener una posición recta, con el control sobre el flujo de nuestros
pensamientos es conocida antes del Budismo. En el Tíbet, todavía existen
seguidores del antiguo Bön; muchas veces los mismos Lamas mantienen las
dos líneas.
La reflexión que nace de la meditación es una base que se comparte en
lo que conocemos como orar y contemplar la implicación de ser una
chispa de lo divino, en las religiones mosaicas.
¿Cómo hacer una práctica de meditación?
El Zen define la meditación como el arte de estar sentado. El
objetivo no es perderse en un mundo ajeno y exterior, si no percibir el
mundo actual, el momento presente, como parte del pasar del tiempo, en
un camino hacia el conocimiento de nosotros mismos.
A esto se le llama Asana, es la posición del cuerpo físico.
Para comenzar no trate de mantener una posición por más de 5 a 10
Minutos. Con cada ejercicio puede aumentar el lapso del tiempo. El
fervor y la entrega hacia la posición correcta ayuda a crear un
desligamiento hacia la otra cosa que debemos realizar: dejar pasar
nuestros pensamientos.
Se recomienda visualizar los pensamientos como nubes pasajeras,
para llegar hacia el verdadero encuentro con nosotros mismos. El
subconsciente crea imágenes basadas en las proyecciones mentales que
nacen de las características que nos componen (como ser alegres,
inteligentes, introvertidos, enojones, etc.), y es así que la meditación
abre un camino hacia la posibilidad de atraer esas mismas
características de forma espontanea hacia la mente consiente,
ayudándonos a comprender por qué somos de una determinada manera.
Es también por eso que es muy importante no dejar que las imágenes se
apropien de uno, como hemos dicho, dejarlas pasar como nubes.
No está de más decir que hay que tener cierto cuidado con traumas que
puedan salir a la luz, pero más bien que mal, la meditación ayuda a
llegar a respuestas a algunas preguntas que siempre tuvimos y que ahora
afloran espontáneamente. Es por eso que el Budismo habla del gran
despertar, que es el fin de toda meditación. La gran comprensión sobre
el funcionamiento y las reglas del mundo y nuestro desenvolvimiento en
el.
Los estudiantes avanzados pueden estar sentados sin moverse, siempre
manteniendo una posición impecable, hasta el extremo de no dejarse
desquiciar por la caída de lágrimas o moco.
Pero alguien que recién esté comenzando no debe sobreexponerse. Como
hemos dicho, comience con períodos cortos, y avance gradualmente hasta
llegar a una rutina que le sea factible. Con ejercicio regular,
fácilmente puede alcanzar tiempos que superen los 15 minutos. Se debe
tener la mira a ser capaz de mantenerse por lo menos una hora en
absoluto silencio, concentración y ausencia de movimiento del cuerpo.
Volviendo al Zen, la mantención de una columna siempre recta se
controla por un monje que te da un leve golpe con una varilla en el
hombro si te estás doblando. El Zen también recomienda imaginar una
cuerda que nos tira desde arriba sobre la punta de la cabeza para poder
mantener la columna recta.
Pero la meditación puede ser algo distinto a eso, ya que existen
muchas formas de visualizar cosas y efectuar ritos que acompañan la
sesión.
Si usted desea meditar, se convertirá en el pasajero de un camino
hacia un encuentro con usted mismo, y eso indudablemente lo llevará a
comprender las verdades universales que nos rodean.
“Conócete a ti mismo y conocerás el universo y a los dioses”, rezaba un antiguo templo.
¿Suena lo suficientemente interesante como para motivarse a practicar o a intensificar la práctica si es que ya lo haces?